Fundación 4 - Los limites de la fundación by Asimov Isaac

Fundación 4 - Los limites de la fundación by Asimov Isaac

autor:Asimov, Isaac [Asimov, Isaac]
Format: epub
Tags: General Interest
publicado: 2009-11-08T12:10:55+00:00


12 AGENTE

43

Munn Li Compor, consejero de Términus, parecía inseguro mientras alargaba la mano derecha hacia Trevize.Trevize miró la mano con severidad y no la tomó.

–Mi posición me impide crear una situación en la que podrían arrestarme por alterar la paz en un planeta extranjero, pero lo haré de todos modos si este individuo se acerca un paso más – dijo, aparentemente al aire.

Compor se detuvo bruscamente, titubeó y al fin, tras lanzar una mirada incierta a Pelorat, dijo en voz baja:

–¿Es que no me vas a dar una oportunidad para hablar? ¿Para explicar? ¿No me escucharás?

Pelorat miró a uno y otro con un leve ceño en su alargado rostro y preguntó:

–¿Qué es todo esto, Golan? ¿Hemos venido a este lejano mundo para encontrarnos enseguida con alguien que usted conoce?

Los ojos de Trevize se mantuvieron fijos en Compor, pero torció ligeramente el cuerpo para dejar claro que estaba hablando con Pelorat.

–Este… ser humano, eso es lo que parece por su forma, fue amigo mío en Términus. Como tengo por costumbre con mis amigos, confié en él. Le hablé de mis opiniones, que tal vez no fueran de las que pueden airearse tranquilamente. Al parecer, él se las contó a las autoridades con todo detalle, y no se tomó la molestia de decírmelo. Por esta razón me vi metido en una trampa y ahora me encuentro en el exilio. Y ahora este…, ser humano…, desea que le reconozca como amigo.

Se volvió del todo hacia Compor y se pasó los dedos por el cabello, no logrando más que despeinarse.

–Escucha, tú. Yo sí que voy a preguntarte algo. ¿Qué haces aquí? De todos los mundos de la Galaxia donde podrías estar, ¿por qué estás en éste? ¿Y por qué ahora?

La mano de Compor, que había permanecido extendida mientras Trevize hablaba, cayó ahora a lo largo de su cuerpo y la sonrisa se borró de su cara. El aire de confianza en sí mismo, que normalmente era una de sus características, había desaparecido y en su ausencia aparentaba menos edad de los treinta y cuatro que tenía y parecía un poco abatido.

–Te lo explicaré – dijo -, ¡pero sólo desde el principio!

Trevize echó una ojeada a su alrededor.

–¿Aquí? ¿Realmente quieres hablar aquí? ¿En un sitio público? ¿Quieres que te tumbe aquí de un puñetazo cuando me haya cansado de escuchar tus mentiras?

Ahora Compor levantó ambas manos, con las palmas mirándose.

–Es el lugar más seguro, créeme. – Y luego, interrumpiéndose y adivinando lo que el otro estaba a punto de decir, añadió apresuradamente -: O no me creas, no importa. Sin embargo, es la verdad. Llevo en este planeta varias horas más que tú y lo he comprobado. Hoy es un día muy especial en Sayshell, por algún motivo, es un día de meditación. Casi todo el mundo está en su casa, o debería estarlo. Ya ves lo vacío que está esto. No supondrás que todos los días es así.

Pelorat asintió y dijo:

–La verdad es que me extrañaba que estuviera tan vacío. – Se inclinó hacia



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